Por Carlos Martins, director de la agencia Agencia Interactiva Pixyte

Todo interesado en embarcarse en el diseño de sitios y plataformas web debería preguntarse de forma objetiva: ¿Estoy realmente a la altura del desafío?

Uno de los mayores problemas que enfrenta esta industria es que muchos diseñadores no conocen lo suficiente de tecnología web y de las audiencias digitales como para embarcarse en diseñar una aplicación con los estándares de calidad que se requieren en la actualidad, y por otro lado, muchas de aquellas personas que sí conocen de tecnología web, no conocen o no están interesadas en el diseño y la comunicación de las mismas, por lo que muchas veces terminan con interfaces de usuario (UI) aburridas, complicadas y carentes de llamados a la acción efectivos.

Ambas partes están en problemas, ya que el consumidor integrado demanda la satisfacción total en cada aspecto y detalle de una aplicación, lo cual obviamente es muy costoso y requiere de muchas horas de trabajo y dedicación para lograr buenos resultados. Ni hablar de que un sitio de calidad está vivo y nunca deja de adaptarse, por lo cual requiere desde sus orígenes una estructura de diseño adaptable.

A modo de darle un eje más práctico a este texto, vamos a referirnos al “diseño web” cómo el diseño de aplicaciones web funcionales, y haremos hincapié justamente en esta última palabra.

Cuando hablamos de una aplicación “funcional”, obviamente no estamos hablando de funciones matemáticas o de programación funcional, sino de algo más simple y concreto. Estamos refiriéndonos a algo que está pensado y creado para tener una utilidad práctica y no solamente estética.

Cuando un diseñador profesional se embarca en la creación de una pieza de comunicación, sea esta digital o gráfica, consciente o inconscientemente suele aplicar conceptos de marketing sensorial para lograr el estímulo deseado en el target objetivo. Los colores, las texturas, los trazos, las fuentes, las calles, las imágenes, todo tiene que enmarcarse dentro de un mismo estilo y concepto que vaya de la mano con la emoción que queremos lograr en el destinatario final de la pieza. Pero no todos los diseños requieren solamente de conocimiento estético, creativo y/o marketinero, sobre todo si estamos hablando del diseño de aplicaciones web funcionales.

A ésta altura del partido, en donde todo es mensurable, el diseño de una de estas aplicaciones debe estar pensado desde sus orígenes en lo que se conoce como UX (experiencia de usuario) y a su vez contemplar conocimientos de SEO (optimización en motores de búsqueda) y SEM (Marketing en motores de búsqueda) además del conocimiento requerido para poder enfrentar los desafíos de diseño que presenta cada tipo de dispositivo, sobre todo en el caso del diseño para sitios responsivos.

También es importante conocer de tecnologías y lenguajes web, ya que por ejemplo no es lo mismo diseñar para HMTL5 que para Java o para aplicativos flash. O mismo entender bien en que entorno se va a desarrollar el trabajo final. Por ejemplo, si vamos a diseñar un sitio que luego va a ser programado en base a un CMS hay ciertas limitaciones obvias en cuanto a las funcionalidades que se puedan desarrollar que a lo mejor en otro entorno de trabajo son bastante más potables y factibles.

Por suerte, más allá del sentido común y de los ejemplos y estándares ya existentes, hay herramientas que nos permiten entender cuál es la mejor manera de diseñar uno de estos aplicativos, como por ejemplo la sección de in-page analytics dentro de Google Analytics, la cual permite hacer un reconocimiento visual de la interacción que tienen los usuarios dentro de un sitio web, o mismo los famosos heat-maps en donde podemos identificar mediante colores los puntos clave y los clicks en base a la actividad de cada uno de los usuarios que ingresa a la aplicación.

La experiencia también es un factor clave, ya que no hay mejor manera de diseñar que en base a los resultados obtenidos en otras experiencias, pero lamentablemente adquirir experiencia muchas veces duele y requiere de fracasos que sirven para comprender mejor las complejas variables a tener en cuenta al momento de diseñar.

Si me permiten una recomendación, embarcarse sin experiencia en el diseño de una aplicación que los excede puede traer varios dolores de cabeza y no sólo a uno mismo, sino al programador y en consecuencia al cliente final. Es mejor ir despacio y aprender, que intentar dar un salto que puede tener consecuencias negativas, ya que como todos sabemos, los números y resultados no mienten.

La pregunta que me queda es: ¿Dónde está el equilibrio entre lo estético y lo funcional? El límite es la creatividad de cada uno de ustedes!

Los dejo con una frase de un grande:

“El diseño no es sólo cómo se ve o cómo se siente. El diseño es cómo funciona”.

Steve Jobs –