El auge del marketing digital tiene como una de sus principales causas y éxito la forma en la que se consume la información hoy día; pero precisamente en ese punto también incide la normativa que lo regula, por lo que en la práctica se han de conjugar bien ambos aspectos para lograr un adecuado equilibrio.

 

Vivimos permanentemente conectados a servicios de Internet para relacionarnos en los entornos de trabajo, familiares, de amistad, y hasta para lo que surja, a través de nuestros smartphones, tablets, ordenadores, relojes o whereables. Y es que el tándem tecnología –marketing digital es, además, un motor económico importantísimo para nuestra economía.

 

Gracias a este equipo inseparable, las campañas de los anunciantes pueden ser mucho más precisas, ahorrando gran cantidad de recursos en las campañas generalistas ya que se pueden dirigir a su concreto público objetivo para lograr conversiones más precisas, y rentabilizando mucho más la inversión publicitaria.

 

Estas enormes ventajas se deben a la información que los usuarios vamos dejando en Internet y que son captadas por elementos como las cookies, los pixel trackings, el fingerprinting (o los futuros sistemas que los sustituyan), los formularios que rellenamos, los chats automáticos con los que consultamos cosas, el consumo de entretenimiento o las interactuaciones que hacemos con nuestros perfiles en las plataformas a las que estamos suscritos, sean de pago o no. 

 

Nuestro rastro digital puede servir para que se creen perfiles más o menos al detalle sobre nosotros: una información muy preciada para los anunciantes, que podrán dirigirnos campañas específicamente sobre nuestros gustos, intereses, edad, sexo o localización, o cualquier otra información que se pueda ir sacando de las horas que pasamos en Internet. Así, la utilización de la tecnología y de los servicios digitales, llevan aparejada ineludiblemente un tratamiento de nuestros datos.

 

La sociedad es más consciente de sus derechos y de la necesidad de proteger su privacidad, por lo que también es más conocedora de los mecanismos de denuncia ante las autoridades

 

Es de destacar que ahora más que nunca, la sociedad es más consciente de sus derechos y de la necesidad de proteger su privacidad, por lo que también es más conocedora de los mecanismos de denuncia ante las autoridades. Así lo demuestra el aumento de las denuncias de particulares a empresas por cuestiones relacionadas con las publicidad directa o el uso de cookies en los últimos años.

 

Sin embargo, encontrar ese equilibrio no es una tarea del todo sencilla y fácil. Pero para ello, es indispensable la participación de los profesionales de la privacidad y delegados y delegadas de protección de datos. Su labor no es la de impedir los negocios, sino la de asesorar y ayudar a anunciantes, agencias, plataformas y medios al desarrollo de los mismos y que las campañas de marketing vean la luz con plenas garantías, sin que provoquen riesgos a los derechos y libertades de las personas, en otras palabras, igualar la balanza para un óptimo resultado para todos los implicados.